Por
Coronel Héctor José Corredor Cuervo
Solitario
en el mar de la indolencia
miro
el cielo, la luna, los luceros
y
los veo llorar por la violencia
que
calló hasta el canto de los jilgueros
por
culpa de ambiciosa dirigencia
que
utiliza inconciencia de escuderos
para
entregar la patria al poderoso
que
comercia las armas por negocio.
Lloro
también con ellos a lo lejos
al
ver el espejo de la justicia
que
ya no tiene brillo y ni reflejos
por
culpa del orín de la codicia
que
terminó con los fiscales viejos
que
no vendían honor ni noticia
por
monedas al mismo maleante
ni por mimos a fatuo gobernante.
Lloro
de tristeza al ver a la gente
metida
entre olas de la indiferencia
donde
se siente angustia permanente
al ver los vendavales de insolencia
que
azotan cual ciclón el continente
y
retan libertades y existencia
con
tormentas de rencor y falacia,
al
sistema con luz de democracia.
Lloro de dolor por los comandantes
que
se callan al ver a los soldados
masacrados
por culpa de arrogantes
que
creen en la paz de los malvados
respaldados
por narco traficantes
que
tienen estamentos infiltrados
y
que buscan en medios gran audiencia
para
llegar con fuerza a presidencia.
Lloro
ante Dios por no encontrar razón
al
ver enajenadas existencias,
que
son el patrimonio de nación,
por
unos vivos que sin transparencia
al
diablo venden su alma y corazón
aprovechando
ignorancia y decencia
de
un pueblo que muere sobre riqueza
mendigando
monedas por pobreza.
Lloro
en silencio por el desplazado
que
se muere en la selva de cemento,
por
todo aquel en monte secuestrado
que
ve solo el azul del firmamento,
por
aquel ser que ha sido desterrado
lejos
de patria y con dolor adentro,
todo
por culpa de temible guerra
que
amenaza extenderse por la tierra.
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